Lo que nos estuvo perjudicando grandemente hasta el presente es el encasillamiento.
Creemos que la Realidad tiene que ser de determinada manera.
Creemos que lo que sale de nuestros parámetros habituales no es correcto.
Para aceptar lo que nos resulta extraño, lo forzamos a ingresar a nuestros parámetros.
A los animales los cazamos o los domesticamos. No se nos ocurriría convivir con fieras en estado salvaje, sin manipulación.
A las selvas las talamos para labrar el suelo.
Arrancamos y extirpamos toda la magia, y luego nos ponemos en positivistas y decimos que la magia no existe.